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El tiempo no perdona

Los lugares abandonados sufren el deterioro de dos maneras distintas. Por un lado está el desgaste natural que produce el tiempo y la desatención.

Por otro, el vandalismo, que ejerce sobre las cosas un poder destructivo mucho mayor que el envejecimiento natural.

Los lugares abandonados personifican, de un modo crudo y bello al mismo tiempo, el poder y el imperio del polvo. Son escenarios de la recolonización de la naturaleza y el más firma presagio de la victoria final de la suciedad y la basura.

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